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Mario y Roberto por Marcelo Duhalde

Mario Hernández y Roberto Sinigaglia dos seres maravillosos, abogados, intelectuales de categoría, docentes universitarios, periodistas, dos militantes de lujo, dos amigos entrañables.

 

Ambos formaban parte del extraordinario equipo de abogados militantes que conducían Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde, desde finales de los años 60. Este grupo tenían a su cargo 75/80% de las defensas de los presos políticos, estudiantiles y  gremiales. Creadores de novedosas prácticas profesionales político-jurídicas para las defensas de los luchadores populares. Los que se jugaron siempre y especiaente cuando intentaron evitar las represalias por al fuga de Rawson, que termino en la masacre de Trelew del 22 de agosto de 1972.

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Roberto había pertenecido a los grupos que apoyaron a Juan José Valle en 1956, habían sido también constituyentes en Santa Fe en el año 1962, hasta que se retiró de la Asamblea cuando un grupo militar derrocó a Frondizi. Mi hermano Eduardo Luis decía de Sinigaglia "tenía la escuela de antihéroe aprendida en su permanencia al lado de John William Cooke. La muerte de éste y la del Che -que dejó pendiente su encuentro en Bolivia- le habían dejado una suerte de esplín alimentado de nostalgias, que le acompañó en los últimos años. Era un tiempo a flor de piel, pero con la pétrea firmeza de su vida. Militante de la Resistencia Peronista, fundador de las primeras corrientes del peronismo revolucionario, ex preso CONINTES, abogado de raza pero que solo ejerció en pleno su profesión como defensor de presos políticos, Roberto era un político florentino, en el mejor sentido del término, poco afecto a la exposición mediática. De una valentía sin estridencias, como también vivió con su parecido recato su vastísima cultura, su genio intelectual, la docencia y sus colaboraciones periodísticas de muy buena pluma".

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Mario, Ex alumno del Liceo Militar recibió su diploma de subteniente del propio Pedro Eugenio Aramburu en 1955. Esto no es óbice para que milite en el Peronismo Revolucionario y puedan ser frecuentes sus cambios de opiniones con Rodolfo Puiggrós, Arturo Jauretche, José María Rosa, Abelardo Ramos y Fermín Chávez. En 1970 comparte con Ortega Peña y Duhalde, entre otros, la causa de los Montoneros que ajusticiaron a Aramburu, tomando él la defensa de Carlos Maguid.

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A partir de 1970 es cofundador -junto a Eduardo Luis Duhalde, Rodolfo Ortega Peña y Roberto Sinigaglia, Mario Landaburu, Carlos González Gartland, Pedro Galín, Rodolfo Matarrollo, y varios más- de la Asociación Gremial de Abogados y de la Agrupación de Abogados Peronistas de la Capital Federal. Fue igualmente asesor legal de la Regional I de la Juventud Peronista que comandaba Canca Gullo. Fue el primer director de la revista Descamisados, a la vez que colaboraba con las revistas "Militancia", "Mundo Nacionalista" y "Aquí y ahora".

 

Cuando en 1975 Eduardo Luis Duhalde y Haroldo Logiurato fundan el Partido Revolucionario de los Obreros Argentinos (PROA), se incorpora asumiendo un roll protagónico en el mismo.

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El Secuestro

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El 11 de mayo de 1976 a primera hora de la mañana es secuestrado por un comando del Ejército, cuando salía de su casa de Beccar, en la provincia de Buenos Aires. Esto se produce porque el día anterior un represor civil, ministro del gobierno Ibérico Saint-Jean y ex miembro del tribunal un especial llamado "EL Camarón", Jaime Smart, lo había visto entrar a esa casa con su esposa y los hijos pequeños. Este esbirro de la dictadura habría dado las instrucciones precisas para que un comando militar lo emboscara, lo raptara y lo hiciera desaparecer.

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Testimonios de los propios torturadores resaltaron el coraje e hidalguía de Mario, parecía que el interrogador era él, dijeron. A causa de la brutal tortura que sufrió falleció en Campo de Mayo.

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En el momento de su caída Mario era el responsable de vivienda e infraestructura de Partido PROA, y lo mismo de la incipiente Comisión Argentina de Derechos Humanos (CADHU), mantuvo su dignidad siempre, y no pudieron obtener de él ninguna información.

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Pocas horas después, sobre el medio día, Roberto, sin conocer la situación, llega al estudio que compartía con Mario y otros compañeros. Parecer que en la brutal requisa hecha en la casa de Beccar había algún dato que les posibilitó llegar a ese domicilio.

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De Roberto tampoco obtuvieron ninguna información y me consta personalmente. Unas semanas antes de su secuestro, con la seriedad que lo caracterizaba a este exquisito compañero, le informó a Eduardo Luis, como jefe del grupo al que pertenecíamos, que por una casualidad había conocido mi domicilio particular, para que yo lo supiera porque era rigurosamente mantenido en secreto por razones obvias de suguridad.

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Ni mi casa, ni ninguna otra del grupo, ni ningún militante tuvieron problemas por las caídas de Mario y Roberto.

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Hoy a 44 años quiero rendir mi más profundo homenaje a estos dos seres que entregaron sus vidas, concientes de los peligros a los que estaban sometidos, en pos de sus convicciones por la felicidad de Pueblo en una Argentina para todos. 

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